La importancia de identificar los estímulos sensoriales en las personas neurodiversas:

El primer paso para crear sistemas de apoyo reales

En nuestra vida diaria, estamos rodeados de una infinidad de estímulos sensoriales: sonidos, luces, texturas, olores, sabores, temperaturas, movimientos. Para la mayoría de las personas, el cerebro filtra, modula y organiza esta información sin que siquiera seamos conscientes de ello. Sin embargo, para muchas personas neurodiversas, este procesamiento sensorial puede ser muy distinto, complejo e incluso abrumador.

Identificar los estímulos sensoriales que impactan positiva o negativamente en las personas neurodiversas no solo es importante, es esencial para crear sistemas de apoyo que respondan a sus verdaderas necesidades. Este reconocimiento abre la puerta a la comprensión, a los ajustes razonables, a la inclusión real y, sobre todo, al respeto por la experiencia sensorial única de cada individuo.

¿Qué significa ser neurodiverso?

La neurodiversidad es un concepto que reconoce y valora las diferencias neurológicas como parte natural de la variación humana. Engloba condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dislexia, la dispraxia, el síndrome de Tourette, entre otros. Lejos de considerar estas condiciones como enfermedades o déficits que necesitan ser "curados", la neurodiversidad promueve una visión en la que cada forma de pensar, sentir y percibir tiene valor y merece ser comprendida.

Uno de los aspectos más característicos de muchas personas neurodiversas es su forma singular de procesar los estímulos sensoriales. Algunas personas son hipersensibles a ciertos estímulos; otras son hiposensibles. Algunos buscan activamente ciertas sensaciones, mientras que otros las evitan.

Conocer esta variabilidad es clave para crear sistemas de apoyo personalizados, respetuosos y funcionales.

¿Qué son los estímulos sensoriales y cómo nos afectan?

Los estímulos sensoriales son las señales que recibimos del mundo a través de nuestros sentidos: vista, oído, olfato, gusto, tacto, propiocepción (sensación del cuerpo en el espacio) e interocepción (percepción interna del cuerpo como el hambre, la sed o el ritmo cardíaco).

Mientras que para algunas personas una luz brillante puede ser simplemente molesta, para alguien con hipersensibilidad visual puede resultar insoportable o incluso dolorosa. Un ruido ambiental que la mayoría logra ignorar puede convertirse en una distracción total o una fuente de angustia para una persona neurodiversa. Una etiqueta en la ropa, que pasa desapercibida para muchos, puede ser intolerable para alguien con sensibilidad táctil aumentada.

Identificar estos estímulos nos permite crear sistemas de apoyo sensorial en el hogar, en la escuela y en todos los espacios comunitarios.

¿Por qué es importante identificar estos estímulos?

  • Para reducir la ansiedad y el estrés: Muchas conductas que desde fuera se interpretan como "desafiantes", "problemáticas" o "inapropiadas" son, en realidad, respuestas a un entorno sensorial adverso. Una persona neurodiversa puede mostrar signos de irritabilidad, retraimiento o crisis conductuales no porque quiera llamar la atención, sino porque está siendo sobreestimulada o subestimulada sensorialmente.
  • Para fomentar la comunicación y la autorregulación: Cuando una persona comprende qué estímulos le resultan agradables o incómodos, puede comenzar a desarrollar estrategias para autorregularse. En el caso de niños o adultos no verbales, esto también ofrece pistas fundamentales para interpretar su conducta y acompañarlos con mayor empatía.
  • Para diseñar entornos más inclusivos: Una verdadera inclusión no se basa solo en permitir la entrada de todos a los mismos espacios, sino en adaptar esos espacios para que todas las personas puedan participar con dignidad.
  • Para fortalecer los vínculos afectivos: Cuando entendemos cómo una persona neurodiversa experimenta el mundo, creamos un puente emocional más sólido.
  • Para empoderar a la persona neurodiversa: El autoconocimiento es una herramienta poderosa.

¿Cómo identificar los estímulos sensoriales en una persona neurodiversa?

El primer paso es observar sin juzgar. Es importante estar atentos a las señales que da la persona: ¿cuándo se muestra inquieta? ¿qué situaciones la relajan? ¿qué busca con insistencia? ¿qué evita a toda costa? ¿qué conductas aparecen ante determinados entornos?

  • Cuestionarios de perfil sensorial
  • Entrevistas a familiares o cuidadores
  • Registros de observación diaria
  • Técnicas de comunicación aumentativa o alternativa
  • Diálogos abiertos y respetuosos

Lo que no se ve, también importa

Uno de los desafíos más grandes en este tema es que los estímulos sensoriales no son “objetivos”. Lo que para una persona puede ser neutro, para otra puede ser insoportable. Y como los sentidos son internos, muchas veces no se nota desde fuera lo que está sucediendo.

La neurodiversidad nos invita a cambiar nuestra forma de mirar

Identificar los estímulos sensoriales en las personas neurodiversas no es solamente un acto clínico o educativo: es un acto humano. Nos obliga a salir de nuestra comodidad para abrirnos a otras realidades, a ser más conscientes, más empáticos y más flexibles.

En vez de pedir que las personas neurodiversas se adapten al mundo, podemos comenzar a crear sistemas de apoyo que adapten el mundo a sus formas de sentir, de vivir y de participar. Un mundo donde no se castiga lo diferente, sino que se integra, se respeta y se cuida.

Porque cuando comprendemos la forma única en la que alguien percibe el entorno, podemos acompañarlo a vivir con más libertad, dignidad y alegría. Y al hacerlo, no solo lo apoyamos a él o a ella. Creamos sistemas de apoyo que enriquecen a toda la comunidad.

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